De lo que piensa uno cuando se aburre.
Hay veces que me quedo pensando en tonterías.
Ayer, mientras estaba en uno de mis escasos minutos ante el televisor, anunciaban un próximo reportaje sobre mujeres que trabajan en la mina. Preguntaban a una qué era lo que más la impresionaba. Ella respondió que la bajada en la jaula que hace las veces de ascensor, ya que bajaban cientos de metros por un agujero. No me extraña en absoluto.
El siguiente pensamiento que me vino fue el qué se les habría perdido a los árboles del periodo carbonífero para estar a tanta profundidad. Si... ya sé... han pasado muchos años y los cambios morfológicos de la tierra les han llevado hasta esa profundidad... produciendo que llegaran a fosilizarse. Ya... Pero... ¿Todos a la vez? Mira que hay carbón en el mundo. No me imagino en esta época una situación similar a menos de un gran cataclismo que volviera patas arriba toda la superficie de la tierra.
Otra cosa es eso de la antigüedad los dinosaurios. Si una misma especie aparece en dos continentes se supone que esos continentes estaban unidos por aquel entonces. Calculando la deriva continental a tantos milímetros por año... nos salen tantos millones de años. Pero... ¿siempre se habrán movido a la misma velocidad?
El día. El día dura hoy 24 horas aproximadamente, pero se ha calculado que hace unos cuantos millones de años duraba bastante menos. La atracción de la luna, las mareas, hasta el terrible tsunami de hace poco han retrasado el movimiento de rotación poco a poco.
Otro dogma de fe roto es el de que hasta hace muy pocos años los científicos no estaban seguros de que existieran planetas fuera del sistema solar. En pocos años se han descubierto unos cuantos y parece que nos vamos a tener que sentir más humildes de nuestro papel en el universo. Ya no es tan remota la posibilidad de encontrar alguna clase de vida fuera de nuestro querido planeta. Incluso he leído que se está formando a filósofos ante la posibilidad de tener que anunciar esta noticia en días que cada vez parecen menos lejanos. Eso sería una noticia que cambiaría el pensar de muchos millones de ciudadanos en cuanto a sus tendencias religiosas.
También los científicos están cada vez más convencidos de que nuestro planeta es solo el caldo de cultivo de una vida que se generó fuera de él. Hasta los más egocéntricos lo empiezan a tener en cuenta. Al fin y al cabo no somos más que polvo de estrellas. Somos material reciclado de varios ciclos de vida de estrellas.
Terminaremos volviendo a adorar al sol que nos ilumina y nos calienta y nunca nos defrauda. Sin él es seguro que no tendríamos posibilidad de sobrevivir.